Era mi primera vez en un Monkey Week. Muchos asiduos me dijeron que no había sido la mejor edición, que esa fue hace dos años. A mí la sensación que me ha producido es que es un festival familiar pero ya con ciertas dimensiones, con una pluralidad enriquecedora y que apuesta por la escena local y nacional con gran criterio como reza su eslogan: “Descubre hoy, la música del mañana”. Puede ser que no haya tenido en esta edición grandes nombres, pero es que la mayoría de los nombres intermedios resultaban atractivos y llamativos.

Y es que la sensación del festival es muy grata, coincidiendo con el eslogan del festival #muysatisfactorio. Un festival que plantea diversidad de espacios, encuentros profesionales de la industria, y cuyo motor es el reflejo de la escena emergente nacional. A su vez combina escenarios al aire libre gratuitos con los de pago incluidos en el abono. La lástima, y en parte la protagonista en esta edición fue la lluvia, tanto jueves como parte de la tarde del viernes. Otro de las pegas que me comentó algún asistente, es que a este año le faltaban platos fuertes. Puede ser. Pero es que había bandas intermedias con mucho calibre, como Mausoleo o Go Cactus. Mayoría de grupos españoles, pero también presencia de bandas de otros países (Bélgica, Portugal, Chile, Colombia, México, etcétera). Monkey Week es un buen espejo de buenas sinergias entre festivales (Tomavistas, Marvin, ectéctera).

Una pena que se cayeran en el último momento por enfermedad los australianos Tropical Fuck Storm, uno de los platos fuertes. Pero cumplieron de sobra bandas locales como Derby Motoreta’s Burrito Kachimba dejando a mucha gente fuera del Teatro Alameda. El jueves que yo no pude estar me dijeron que estuvieron muy bien Carolina DuranteLos Punsetes, otro de los cabezas de cartel que también estuvieron a la altura de sus directos, repletos de su característico noise pop con letras ácidas y desternillantes, y una Ariadna siempre hierática. Otro valor seguro es el grunge de los canarios Texxcoco.

Varias sorpresas fueron ‘delicatessen’ como el trío italiano Bee Bee Sea, con una excelente versión del “Piangi Com Me”, y con solo dos discos y una cuántos singles. Y es que, su garage alocado, es fresco y directo. También convence su nuevo single “Be Bop A Looza”. Los madrileños Petróleo también tienen ese punto punk desenfadado que triunfa. Y sobre todo porque contar con Ignatius Farray como frontman son risas aseguradas y locura.

Dos bandas más me convencieron sobre manera. Los argentinos Bestia Bebé en la sala Obbio, con un directo apisonadora, que generaron buenas vibras entre el público que bailó hasta la extenuación del pogo. Con momentazo especial interpretando “Lo quiero mucho a ese muchacho”. Cuentan con un directo explosivo, bien armado, y con canciones con gancho inmediato. Lo viven y se entregan en cuerpo y alma. Tienen aliciente, tienen melodías y energía a raudales.

Otro de esos hallazgos fueron los andaluces Compro Oro. Yo lo compro desde ya. Esa fórmula de recuperar sonidos añejos, ese rock andaluz con letras curiosas, percusiones y buena chicha. Originales desde luego. Con un sonido convincente. Una banda que merece más atención. Me quedé con ganas con ver con más potencia de sonido al Colectivo Da Silva. Que han publicado un gran disco. A su directo le faltó más pegada. Y Camellos llenaron a reventar una sala X, liándola de lo lindo. Mucha gente que se quedó fuera con ganas de verles. Cerraban buenas sesiones djs las noches, como fue el caso de Jotapop o de We Are Not djs.

En definitiva, un festival que ya es muy grande, incluso hasta llega a ser un pelín agotador y extenuante, porque hay un gran número de conciertos: no llegando a ser inabarcable, pero sí que ya tienen un elevado número de bandas y de solapes. Pero hace eco de las nuevas bandas que configuran la rica escena alternativa española.

Foto: Javier Rosa