¿No dicen que el siete es un número mágico? Pues el Barcelona Independent Sessions, esa excelente idea de unir a los sellos independientes «de aquí» para promocionar, defender y celebrar la música que publican y las bandas emergentes, llegó el pasado fin de semana a su séptima edición —exitazo, felicidades—, con la ya tradicional jornada principal, en la tarde-noche del sábado, teniendo lugar en el Centre Cívic de Les Basses —alias «la caldera»—, donde pudimos disfrutar de seis bandas en, al menos en la opinión de quien escribe, uno de sus mejores y más completos carteles desde que el Festival naciera en 2013. ¿Lo repasamos?
Abrieron la tarde Yumi Yumi Hip Hop y su indiepop de guitarras —la etiqueta tonti pop nunca será aceptada—, donde la melodía todavía importa menos que el desparpajo y la innegable sensación de que para este simpático trío subirse a un escenario y tocar es lo más divertido que les puede pasar. Y eso se transmite —¡diablos, se contagia!, los grupos nunca deberían olvidarlo— al público, igual que ese brío y nervio insuflado al pop, insinuando que «los tiros» van por la senda de Talulah Gosh o las Shop Assistants. Todo sonrisas, por tanto. La que nos espera con esta banda amigos…
A continuación llegaba uno de los musts absolutos de la jornada para un servidor: tras haberlos disfrutado en formato trío, la actuación de Invisible Harvey en versión «tropa», es decir, con banda completa, prometía ser toda una experiencia, pudiendo recrear en directo todos los matices y la belleza contenida en su enorme disco de debut La puerta giratoria (El Genio Equivocado). Y pese a los «indeseables ruidosos» y algo de falta de potencia vocal en los coros —seguramente una cosa tiene que ver con la otra—, así fue, incluso ofreciendo alguna que otra sorpresa en forma de finales expansivos, a lo Wilco, como en el cierre de Yo toqué en aquel disco o Experto en mirar techos. No sé a qué estáis esperando para descubrir a Dimas Rodríguez y los suyos.
Le tocaba el turno a otra banda muy a tener en cuenta. Me refiero a los oscenses Kiev cuando nieva y su singular manera de empujar el pop de aromas sesenteros hasta nuevos territorios, de expandir los límites del folk y la americana, sin perder su tradicional calidez e intimidad. En Les Basses presentaban su flamante nuevo álbum Los bienes (Repeditor Disc), con piezas estupendas como Más tranquilo o Coche de Línea, que en directo no perdieron ni un ápice de su capacidad para engancharte y descolocarte al mismo tiempo, en todo caso ganando en músculo. Lástima que buena parte del público no estuviera a la altura —estos grupos que no respetan tu «sacrosanta» conversación de barra de bar con su música, hay que ver—, haciendo que los temas más reposados contarán con la permanente cháchara de fondo. Ellos se lo pierden…
Ya en el ecuador del BIS tuvimos el que para mí fue el concierto estrella del festival, el de los madrileños Espíritusanto. Con discazo bajo el brazo, Algo nos va a pasar (Discos de Kirlian), y directo incontestable, apoyado en teclados tan o más atronadores que la percusión y, como no, en los diálogos vocales entre Andrés Federico y Elia Maqueda, canalizadores de esos desgarros emocionales en forma de estribillos apabullantes, como los de Polígono industrial o Flores de Bach o la épica desatada de Nadar a croll II y La distancia sobrante. Vine —ya era hora— , vidi, vici.
Acto seguido, otro «señor» que también sabe un par de cosas sobre pop tomaría, al asalto, el escenario —acompañado de una pléyade de músicos, entre ellos dos miembros de Doble Pletina, por lo que nada podía salir mal—. Y es que míster Sabatis, más conocido como Evripidis and his Tragedies. que también presentaba disco, Futile games in space and time (Snap! Clap! Club Records), puede hacer de crooner al piano con nocturnidad y alevosía, para mutar en, aparentemente, cándido humorista, luego transmutarse en frontman de guateque sesentero o encarnar al mismísimo Stuart Murdoch en la siguiente canción. Junto a preciosas composiciones como Buying time, Evripidis estuvo tan impecable como divertido, y si Dreamboat o Fifteen Again no hacen que tus pies se muevan mientras sonríes es que no tienes sangre en las venas.
Tocaba cerrar el BIS con una banda a la altura, y Terrier (Sonido Muchacho) lo es. Su último trabajo, La plaga, está —perdón por el obvio juego de palabras— plagada de temazos donde la melodía pop queda envuelta por ramalazos garajeros y contundencia rockera. Y aunque el volumen quizás se les disparó durante el concierto ganaron, implacables, por abrasión, bajándose a tocar con el público, en busca de la implosión y el éxtasis. Grupo perfecto para poner un colofón a un BIS memorable en el aspecto musical, así como también en lo que respecta a la asistencia de público —otra cuestión sería su comportamiento—. ¡Bien hecho! Habéis puesto el listón muy alto para la octava edición. Ya la esperamos con ganas…
Fotos: Raül Jiménez
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