La densidad del teatro de Pinter se escapa, las más de las veces, de la fácil comprensión por parte del espectador, algo que se puede confirmar en montajes como El muntaplats (Nau Ivanow, 2009), Celebració (Teatre Lliure Gràcia, 2011) o Terra de ningú (TNC, 2013). Las ideas que contienen sus textos acostumbran a enfundarse en vaguedades antes de alcanzar al público. Si bien tanto las situaciones como las relaciones que mantienen los personajes de sus obras captan la atención de todo aquel que opta por asistir a alguna de sus representaciones.

Un ejemplo de ello lo representa L’encarregat, otro nuevo intento y todo un acierto del Lliure de hacerse con la esencia escénica del dramaturgo inglés. Una propuesta dirigida por Xicu Masó e interpretada por el trío compuesto por Carles Martínez, Albert Pérez y Marc Rodríguez.

Tras una pelea en un café, Anton acoge en su casa a un indigente, Daunis, para que pase la noche. A la mañana siguiente aparecerá Miki, el hermano de Anton, y los tres personajes empezarán a convivir en un triángulo magnético. Anton propondrá a Daunis que se convierta en el encargado del inmueble. Pero Daunis, para seguir protegido del mundo exterior, perturbará la vida en el interior de este habitáculo“.

La historia da inicio con la llegada de Anton y Daunis a la habitación/trastero de la que nunca saldremos como espectadores. Así, pues, la trama nos transporta a un universo interior en el que convivirán tres hombres muy diferentes entre ellos y en el que se establecerán relaciones de poder y subordinación que irán evolucionando a lo largo de la representación. Algo parecido a lo que el mismo  Pinter, de la mano de Xavier Albertí, nos mostró en Terra de Ningú, obra representada en el TNC el año pasado, y en la que veíamos como también un espacio interior se abría a un intruso, hecho este que provocaba una alteración de las relaciones existentes en él.

En L’encarregat, escrita por Pinter 14 años antes, asistimos a una situación muy parecida en la que la habitación donde se desarrolla la acción queda casi totalmente aislada del exterior. De esta forma la obra transcurre en una irrealidad temporal y espacial de la que nunca acabaremos de conocer su significado y que obligará al espectador, de forma particular, a dotarla de contenido. En ella se nos habla de las relaciones que establece el ser humano, en este caso un trío de personajes que se esforzarán por imponerse los unos a los otros utilizando poco más que la palabra. Una coexistencia que se convertirá en difícil y que guiará el avance de la trama.

L'encarregat

Pinter se esfuerza en mantener la incógnita sobre el pasado de sus personajes, excepto en el caso de Anton, encarnado por Carles Martínez, del que conoceremos su trágica historia en uno de los momentos más arrebatadores de la representación. De ahí que los personajes se diluyan en los contornos de la habitación que ocupan reflexionando sobre la futilidad de sus vidas y, también, sobre la insignificancia de las nuestras.

La obra posee elementos de intriga y de comedia. La primera se plasma en la incertidumbre con la que nos salpica la irrealidad que vemos sobre el escenario y la segunda, aunque no tan manifiesta, es generada por lo absurdo de las situaciones. A través de ambos componentes la obra nos permite reflexionar sobre los estrafalarios mundos internos que nos afanamos en erigir los seres humanos para mantener, a toda costa, nuestra propia ficción de dignidad, la cual tratamos de evidenciar a los demás y a veces contra los demás, de ahí que en la obra el indigente se considere incluso capacitado para denostar a los inmigrantes que cree que ocupan el inmueble, ya sean “moros, negros o rumanos“.

Masó se ha esforzado por ser fiel a la obra original de Pinter no solo en relación al texto sino también en su componente espacial. Por eso nos sorprende una escenografía que nos muestra una habitación, que bien podría ser un trastero, repleto de reliquias del pasado y de recuerdos que no sirven para nada, como las vidas de las personas que ocupan la estancia. Los únicos cambios que se han tenido en cuenta son los relativos a las referencias geográficas del texto original, muy presentes en la obra, con el objetivo de potenciar la cercanía de la trama al espectador.

En el apartado de las interpretaciones hallamos un triángulo interpretativo algo descompensado. Si bien Carles Martínez y Albert Pérez convencen con nota en sus roles respectivos de anfitrión algo afectado mentalmente y de indigente henchido de dignidad, Marc Rodríguez no abandona su línea interpretativa habitual sobre los escenarios, algo que afecta, en parte, el resultado final de una obra basada primordialmente en las interpretaciones del reparto.

L’encarregat, además, nos presenta de una forma muy cercana no solo el drama de los sin techo, y por tanto también de forma colateral el de los desahucios, tan ubicuos en la orgullosa y civilizada sociedad occidental en la que vivimos, sino que nos acerca al mundo de aquellos que no saben qué hacer con sus vidas, que malgastan su existencia sin las fuerzas necesarias para hacerse valer y que deambulan a nuestro alrededor sin un objetivo claro en el que invertir toda su energía y su empeño. Algo que, por desgracia, vemos cada vez más a menudo no solo por las calles de nuestra ciudad, sino también por los interiores de los edificios que la pueblan.

L’encarregat” se representa en el Teatre Lliure Montjuïc del 20 de febrero al 16 de marzo de 2014.

Autor: Harold Pinter
Dirección: Xicu Masó
Reparto: Carles Martínez, Albert Pérez y Marc Rodríguez
Traducción: Ernest Riera i Arbussà
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: María Araujo
Iluminación: August Viladomat
Sonido: Igor Pinto
Producción: Teatre Lliure

Horarios: de miércoles a viernes a las 21:00 horas; sábados a las 18:00 y a las 21:30 horas y domingos a las 18:30 horas
Precio: 29 €; 22 € (miércoles y sábados por la tarde, días del espectador); 24,50 € con descuento
Idioma: catalán
Duración: 1 hora y 35 minutos sin pausa