«Descubierta» en el último Barcelona Negra, la potencia de su discurso hizo que servidor pusiera a la mexicana Brenda Navarro en la lista de autoras «a investigar». Y, ahora, Sexto Piso me brinda la oportunidad de leerla con la publicación de su segunda novela, Ceniza en la boca. Una breve pero intensísima obra, en el que una joven trata de lidiar con su jodida vida, marcada por el desarraigo, el racismo y la desigualdad que azotan especialmente al migrante. Y, por encima de todo, el suicidio de su hermano menor. 

Nacida en Ciudad de México en 1982, Brenda Navarro cursó Sociología y Economía Feminista en la Universidad Nacional Autónoma de México, y luego un máster en Estudios de Género, Mujeres y Ciudadanía en la Universidad de Barcelona. Ha trabajado de redactora, guionista, reportera y editora, así como en varias ONG relacionadas con derechos humanos. También es fundadora de #EnjambreLiterario, proyecto editorial digital centrado en publicar obras escritas por mujeres. Su debut en la novela, Casas vacías, apareció en 2019 (Sexto Piso) con gran éxito, como demuestra la obtención del XLII Premio Tigre Juan y ser traducida a siete idiomas.

Ceniza en la boca no tiene filtros ni circunloquios. Fondo y forma son igualmente torrenciales y Navarro te atrapa con el verborreico soliloquio de su protagonista. Una joven obligada a madurar a base de golpes. Los recibidos en un México de padres ausentes y responsabilidades muy precoces con su hermano Diego, prácticamente a su cargo aún siendo apenas una niña. Y los encontrados entre Madrid y Barcelona. Xenofobia, clasismo, absoluta falta de futuro laboral y malogrados vínculos afectivos. Ya sea con su nunca del todo recuperada madre. Su ahora adolescente hermano, un polvorín a punto de estallar. O esos supuestos amigos y amantes «condicionales», que aparecen y desaparecen. 

La voz del personaje de Brenda Navarro es una creación simplemente brillante. El trasfondo, de diáfana denuncia política, sociológica y feminista, nunca cae en el peligro del alegato. Al contrario, muestra la lucidez de un personaje con quien resulta imposible no empatizar. Un ser humano embargado por el dolor, el constante desencuentro —el retorno a un ¿irreconocible? D.F. llevando la urna con los restos de Diego es demoledor—, y la rabia. A través de las «etapas» de su existencia y la de su hermano, la autora pergeña un soberbio panorama de la injusticia social y la desesperanza. Ella, pese a todo, ha intentado pelear. Diego, en cambio, no tuvo fuerzas para continuar…

Además de la ausencia de «homilías» ideológicas, el tercer gran mérito de Ceniza en la boca es la huida, categórica, de cualquier atisbo de sentimentalismo. Por un lado, estoy seguro que la fuerza de su primera persona no se lo permitiría. Pero, por encima de todo, diría que se debe a la audacia de su profundidad temática, agazapada en situaciones y secundarios que albergan enormes cajas de pandora en su interior. Menos de doscientas páginas —otro gran acierto, un río incontenible inteligentemente condensado— que «contienen multitudes»… 

Hay muchos más, pero vale la pena señalar algunos ejemplos. El vitriolo tras su falaz relación con TomTomás —su mentira es pura humillación autoinfligida—. Su (no) participación en el movimiento que se asemeja al germen de Las Kellys. La desasosegante ambigüedad de la figura materna, ¿buscándose la vida? ¿ansiando la libertad aunque sea a costa de abandonar a los hijos? El machismo, inherente a sus raíces latinoamericanas, extensible a esa España hostil, y aterradoramente latente en el irascible hermano… La opresión tiene múltiples rostros y Brenda Navarro sabe cómo trasladarlos al papel.

Ceniza en la boca es una «novela puñetazo». Una lectura de impacto que me ha recordado a El asco de Horacio Castellanos Moya, pero mucho más cercano y con una prosa que, pese a la visceralidad de lo contado, tiene espacio para una suerte de lirismo. Como esos Vampire Weekend que acompañan a Diego —bueno, a los hermanos—… en medio del naufragio. En definitiva, a partir de ahora, autora a seguir. «But I’ve been cheating through this life/ And all its suffering/ Oh Christ, am I good for nothing?/ This life and all its suffering