No contentos con sacar uno de los trabajos más aclamados de 2019, Big Thief nos sorprendían hace unos pocos meses con un nuevo álbum. Los de Nueva York están en su momento, y nada más acabar su tercer disco, decidieron meterse en el estudio de grabación otra vez. Pero claro, las cosas tenían que ser diferentes. Si el anterior trabajo estaba grabado en las montañas, para grabar este “Two Hands”, se fueron al polo opuesto, nada más y nada menos que a la seca y árida Texas. Además, lo grabaron prácticamente en directo. De ahí que estemos ante una colección de canciones más cruda, pero, curiosamente, más directa. 

Según la propia Adrianne Laker, en “Two Hands” está la colección de canciones de la que más orgullosa se siente. De hecho, confiesa que, el curioso tema principal, es el único que ahora mismo se ve cantando cuando sea mayor. El caso es que, estos diez cortes, son un tanto más directos que los que encontrábamos en su tercer disco. Principalmente, porque aquí hay más potencia y más presencia de las guitarras eléctricas. Pero no vamos a quitarle el mérito a las composiciones de Laker, porque si Big Thief se han convertido en una de las bandas más importantes del rock actual, es por esas armonías vocales que consiguen, y por la facilidad con las que crean melodías con unos pocos acordes. 

Quizá, el único fallo de este trabajo, si se le puede llamar así, es que hay una canción que sobresale sobre el resto. Se trata de ‘Not’, uno de esos temas perfectos que va subiendo de intensidad, hasta terminar con auténtica catarsis guitarrera. Pero no es una intensidad impostada, y esa especie de oda a la negación que refleja su letra, hace que la canción se convierta en una especie de himno de lo más pesimista. 

Una de las cosas que demuestran Big Thief en este trabajo, es que la aridez también puede estar al servicio de una buena melodía, y que, con ella, se pueden acercar al pop. Ahí está esa estupenda ‘Forgotten Eyes’, donde las guitarras suenan un tanto áridas, pero pierden la partida ante una melodía redonda. Más crudos están en ‘Shoulders’, en la que vuelven un poco a la intensidad que siempre les ha caracterizado. Algo que, por otro lado, aparece en buena parte del álbum, porque, el hecho de que estén más directos, no significa que ahora se hayan convertido en una banda de pop. El folk sigue siendo su gran aliado, y lo demuestran muy bien en cortes como ‘The Toy’ o ‘Replaced’. Además, hay cortes un poco más duros de roer, como esa minimalista y acústica ‘Wolf’, a la cual cuesta pillarle un poco el punto. Eso sí, de repente, te pilla desprevenido y te atrapa del todo. Como prácticamente todo el disco. Y es que, ese es el arma secreta de los de Nueva York, que parecen inofensivos, pero cuando menos te los esperas, te atrapan, y te ves convertido en un fiel seguidor de sus canciones.