La comunión perfecta entre banda y público

Big Thief es una de esas bandas que ha logrado la difícil tarea de atraer a un gran público haciendo lo que les da la real gana. La música de la banda de Brooklyn es personal, intensa, y poco apropiada para estos días de consumo rápido en los que vivimos, pero consigue conectar con un gran número de gente. Como prueba tenemos su último concierto en Madrid, donde prácticamente llenaron la sala La Riviera, un recinto el doble de grande que la difunta sala Joy Eslava, donde tocaron en su anterior visita. Y hay que decir que los grandes espacios les sientan bien, porque dieron un concierto corto -no llegó a la hora y cuarto-, pero absolutamente maravilloso. 

La banda liderada por Adrianne Lenker supo como crear un espacio íntimo para 2000 personas. Y lo hicieron de la forma más simple posible: arrejuntándose los cuatro en el centro del escenario. Y así consiguieron que todo el público presente en la sala guardará un respetuoso silencio -algo pocas veces visto en La Riviera- en “Already Lost”, la delicada canción que abrió el concierto. Un tema inédito protagonizado por una suave guitarra acústica y la voz de Lenker. Lo que hace que todavía tuviera más mérito esa atención y ese silencio del público asistente. 

Estamos ante una banda con una discografía bastante extensa que suele variar el repertorio cada noche. Aunque, evidentemente, el grueso de esta gira son las canciones de ‘Dragon New Warm Mountain I Believe in You’, que para eso el disco que están presentando. Así, en su concierto madrileño, nos deleitaron con alguna joya que otra de este trabajo. Como “Time Escaping”, donde Lenker recitó la letra antes de atacar la canción. O el folk delicado de “12.000 Lines” y “Certainty”, que llevó la comunión entre público y banda llegó a su máximo esplendor. Además de esa “Simulation Swarm” en la que su folk se adentra en terrenos más sofisticados y pop.

Se podría decir que Big Thief cuentan con dos facetas musicales. La primera es esa más folk y de raíces que ocupó parte de los primeros minutos del concierto. Y la segunda es una más rock y pop, que fue con la llenaron los minutos céntrales. Ahí es donde entran temas que ya son clásicos de su discografía, como es el caso de esa “Masterpiece” llena de guitarras crudas, pero absolutamente deliciosas. O de esa maravilla llamada “Shark Smile” en la que sacan su lado más pop y melódico. Además, se la dedicaron a una tal María, a la que toda la sala terminó cantando el cumpleaños feliz. En español, como nos pidió que lo hiciéramos Lenker. Aunque el gran momento álgido de sus conciertos sigue siendo la intensidad indie-rock que protagoniza “Not”. Y es que, cuando sacan la furia, son imbatibles. 

Pocas bandas pueden presumir de tener un hit sin haberlo ni siquiera editado. Big Thief lo están consiguiendo con “Vampire Empire”, un tema que tocaron hace unos meses en la televisión norteamericana y que ya es un fijo en sus conciertos. Algo que no resulta extraño, porque es uno de esos temas en donde la banda de Brooklyn llena todo de intensidad. Además, con tan solo una escucha ya se te queda en la cabeza. De hecho, buena parte del público que tenía al lado mío, ya la coreaba como si se tratara de un clásico de la banda. 

Para la parte final del concierto tocaba volver a su último trabajo y a canciones como “Change” y “Flower of Blood”, que nos muestran las dos facetas de la banda. Y aquí hay que decir que ganó la delicadeza folk de la primera. De hecho, hizo que varias personas a mi alrededor que no se conocían de nada, se abrazaran y se balancearan al son de la canción. Algo raro de ver en un concierto. Aunque también hay que decir que la psicodelia guitarrera de la segunda resultó impactante. Y es que, no se me puede olvidar decir que tienen un directo de lo más engrasado y que suenan de maravilla. 

El bis del concierto casi fue una anécdota. Y es que, tras despedirse entre una ovación atronadora, salieron a los pocos segundos para tocar “Spud Infinity”, esa canción tan country que aparece en su último álbum. Aunque aquí la hicieron más acelerada y pop. Además, contaron con la ayuda de Noah Lenker, el hermano de Adrianne, que fue el encargado de tocar el arpa de boca que protagoniza la canción. Con ella se despidieron y nos dejaron con la sensación de que habíamos vivido uno de los conciertos del año.