Un viaje espacial por la carrera de Beck

Una de las cosas buenas de tener uno de los mayores festivales del mundo en Barcelona, es que van cayendo cosas de su cartel por el resto de las ciudades de España. Nombres como DIIV o Charli XCX, que aprovechando su paso por el Primavera Sound, se han hecho unas fechas más por la península. O como Beck, que no solo ha actuado dentro del primer fin de semana del festival, también lo hizo en la sala Razzmatazz o en Sevilla como telonero sorpresa de los Red Hot Chili Peppers. Además de la de La Riviera que nos ocupa hoy. Y es que, parece que el músico californiano ha pillado esta gira con ganas. O al menos esa es la sensación que dejó a su paso por la capital, donde no para ni un solo momento, y donde ofreció un espectáculo absolutamente brillante.

Abrieron la noche las madrileñas Hinds, que, según nos contaron ayer, tienen una pequeña amistad con Beck desde hace un tiempo. Y es que, en tan solo unos años, se han convertido en una banda con bastante reconocimiento fuera de nuestro país. Ahí está su reciente fecha en un sitio como el Music Hall of Williamsburg, donde colgaron el cartel de todo vendido. Y no nos extraña, porque su directo es de lo que dejan huella. Además, han mejorado considerablemente desde que las pudimos ver por primera vez. De hecho, suenan de maravilla. Y si a esto le añades el buen rollo que desprenden, y canciones tan estupendas como “Riding Solo” y “Good Bad Times”, ya tienes todo ganado. Pero, sí además entregas una versión del “Spanish Bombs” de The Clash, y un tema nuevo (en castellano) con muy buena pinta, te haces con media hora de concierto perfecta.

Tengo que reconocer que eché un vistazo al setlist que estaba haciendo en esta gira. Y lo que más me sorprendió era que hacia más de treinta canciones en 90 minutos. Pero claro, en este viaje espacial en el que repasa toda su carrera, Beck va a toda leche. De hecho, ofreció una primera parte de infarto en el que se ventilo más de diez temas en media hora. Un sprint en el que no paró de bailar, y en el que atacó temas como “Mixed Bizness”, “Devils Haircut”, “Dreams”, o “The New Pollution”. Además de dedicarle parte de este bloque a su faceta más rap, y entregar canciones como “Wow” y “Hollywood Freaks”. Pero también tuvo tiempo de agarrar su guitarra y echar la vista atrás con una potente versión de “Novacane”, o para hacer cantar a toda la sala eso de “Qué Onda Guero”. Ah, y de hacernos bailar con “Girl”.

Tras el desenfreno de la primera parte del concierto, tocaba ponerse el traje blanco (hasta ese momento iba todo encuerado), y dejarse llevar por su lado tranquilo, folk, y psicodélico. Y aquí sí que hubo sus más y sus menos, porque sí que funcionaron las interpretaciones de “Morning” y “Lost Cause”, que resultaron emocionantes. Incluso esa “Turn Away” tan Simon and Garfunkel, la cual cantó sentado a un lado del escenario, tuvo su rollo. Pero lo cierto es que ese derroche de psicodelia de “Chemtrails” fue un poco tostón. Y algún que otro tema de su último trabajo tampoco funcionó muy bien. Afortunadamente, fue encauzando un poco el concierto con varios cortes de su ‘Guero’, que se erigió como el protagonista de la noche. De hecho, se fue a los bises con una potente “E-Pro” que coreó toda la sala.

No era muy difícil adivinar cuál sería uno de los bises, pero, aunque estuviera más o menos claro, no hubo nadie que no vibrara al escuchar el acorde inicial de “Loser”. Y sí, fue un momento karaoke, que para eso es su mayor éxito, pero lo cierto es que también fueron tres minutos para el recuerdo. Además, todavía quedaba alguna sorpresa que otra. Como la de “One Foot In The Grave”, en la que se metió de lleno en ese lado más americano de su música e hizo buen uso de la harmónica. Aunque eso sí, para terminar a lo grande, tenía reservada “Where It’s At”. Y es que no hay nada como irse a casa tarareando eso de «I got two turntables and a microphone«.