Una obra osada, nada convencional y fascinante, a cargo de una editorial con una idiosincrasia y una valentía que, a tenor de la decepcionante, por repetida, «nueva normalidad», se me antoja totalmente contracultural. Eso es Barrios, bloques y basura de la norteamericana Julia Wertz, penúltimo libro publicado por Errata Naturae antes que la Covid provocase el parón forzoso del sector, y que la editorial, en un movimiento que merece comentario aparte —lo dejo para el final— haya decido mantener su producción detenida sine die. Una obra que marida cómic e ilustración con arquitectura, historia, cambios socioeconómicos y autobiografía, con «la ciudad que nunca duerme» como decorado y actor principal. 

Nacida en San Francisco en 1982, Julia Wertz es dibujante profesional, historiadora aficionada y exploradora-fotógrafa urbana a tiempo parcial. Sus ilustraciones y cómics han aparecido en el New York Times, Harper’s Magazine o Best American Comics, siendo colaboradora regular de The New Yorker en la actualidad. Su fotografía, centrada en localizaciones y edificios abandonados han hecho lo propio en The New York Post o el Daily Mail. Finalmente, entre sus obras destacan Drinking at the Movies (2010), The Infinite Wait (2012) —ambas nominadas a los Premios Eisner— o Museum of Mistakes: The Fart Party Collection (2014). Tras diez años viviendo en Nueva York, Wertz regresó a California —vive en Petaluma—, pero sin olvidarse de la «Gran manzana», como demuestra Bloques, barrios y basura, publicado en octubre de 2017. 

El libro es una verdadera joya. A nivel visual resulta simplemente apabullante. Medio Barrios, bloques y basura podría comercializarse como colección de pósteres —esas páginas dobles son maravillosas—, brillando sobremanera gracias al mimo puesto por Errata Naturae en su lujosa edición. A base de ilustraciones magistrales en blanco y negro de edificios u establecimientos con una historia interesante a sus espaldas frente a sus versiones más recientes, Wertz nos ofrece un pormenorizado paseo por una Nueva York alejada de los focos y el turismo de masas que rezuma autenticidad. Un lugar único que se transforma en un diálogo entre el pasado y el presente de una ciudad incomparable. 

Porque Barrios, bloques y basura también es un inesperado libro de historia. Junto a los impactantes dibujos, un rotundo catálogo arquitectónico, Julia Wertz nos cuenta, en un tono desenfadado, incisivo y con sentido del humor, la historia de la urbe, formada por múltiples historias, con frecuencia poco o nada conocidas. Como funcionaba el correo o la recolección de basura. Lugares tenebrosos como el astillero de Staten Island o la costa de Bottle Beach en Brooklyn. Reveladoras curiosidades como el cementerio de máquinas de pinball —el alcohol no fue lo único prohibido—, estaciones de metro fantasmas, míticos diarios alternativos como el Village Voice, legendarios videoclubs o pizzerías regentadas por mafiosos. O personajes alucinantes, caso de Nellie Bly, o las siniestras Madame Restrell y Lizzie Halliday.

Páginas de Barrios, bloques y basura.

Pero aún hay más. Porque, a través de su paisaje urbano actual y la contraposición con su pasado, Barrios, bloques y basura se torna asimismo en prueba gráfica de la constante transformación de la urbe. Un «antes y después» que refleja una realidad tan dolorosa como tristemente familiar. La de las librerías, tiendas de discos, teatros y cines que se van a pique… y, en definitiva, la de la pérdida de identidad de las ciudades. Además, por ahí Wertz filtra su propia vivencia —desahuciada de su estudio-sótano en Greenpoint en 2016—. Un relato donde la denuncia contra la gentrificación, los precios disparatados y la perversión del sector inmobiliario y el marketing —los minipisos fueron, son y serán una puta mierda— se combinan con su genial mano ilustrando interiores y exteriores. 

Barrios, bloques y basura es una sorpresa mayúscula. Con su inusual disección de lo oculto y lo visible, su habilidad de aunar investigación detallada y comentario sociopolítico sin perder ligereza o causticidad, y su extraordinario talento con el lápiz, Julia Wertz nos brinda una obra desbordante… De esas que se prestan a ser revisitadas con regularidad y quien sabe, vivida, paseada in situ en un futuro no demasiado lejano —primero, pírate Trump—. Una carta de amor en sintonía con el «New York, I love you but you’re bringing me down» de LCD Soundsystem, pero con una personalísima mirada. 

Sería una lástima que una obra tan fantástica como Barrios, bloques y basura quedase soslayada por la pandemia y el aluvión de novedades —saturación permanente— que llevamos en menos de un mes. En ese sentido, que Errata Naturae haya aprovechado el incierto momento para detenerse me parece no solo un acto de coraje, sino un movimiento coherente con su trayectoria y su ADN. Desgraciadamente, la soledad de su iniciativa apunta a lo anecdótico dentro del sector. Pero espero que, al menos, sí sea ejemplo de que otra forma de actuar es posible —ahí queda su manifiesto— y una invitación, a mi juicio indispensable y urgente, a reflexionar y provocar cambios. Solo con iniciativas audaces quizá podamos transformar un sistema económico-social perverso, absurdo, recurrente —crisis cíclicas de las que salimos con idénticas recetas—, y extremadamente frágil, del que «el circuito del libro» forma parte. «El movimiento se demuestra andando»…

Páginas de Barrios, bloques y basura.