El dichoso coronavirus ha acabado con TODO mi adorado baloncesto, lo más importante de las cosas nada importantes. Es una tragedia. Pero si, como un servidor, tenéis «monazo» de la canasta, Contra tiene un serio paliativo NBA a prueba de confinamientos —al menos para lidiar con él un buen rato—. Se trata de Baloncesto (y otras hierbas), del periodista y autor Shea Serrano. Algo así como una «caja de Pandora» en forma de libro para todos aquellos camaradas freaks capaces de debatir, especular e imaginar «escenarios alternativos» sobre la mejor liga mundo… eternamente y con perenne sentido del humor. 

De familia mexicana pero tejano de nacimiento —Spurs forever—, la trayectoria inicial de Shea Serrano estaba orientada a la psicología y la educación, ejerciendo de profesor en Houston durante ocho años. Pero en 2007 comenzó su viraje hacia el periodismo cultural, primero como freelance especializado en hip-hop y rap para cabeceras como el Houston Press o LA Weekly. Luego fichó por la web de ESPN Grantland y, posteriormente, pasó a The Ringer, referencial web —más podcasts— deportiva y de cultura popular de Bill Simmons. Además de ser un tuitero a seguir, Serrano ha publicado varios libros, destacando The rap year book, Movies (and other things) y este Baloncesto (y otras hierbas), todos bestsellers del New York Times

Publicado originalmente en 2017, Baloncesto (y otras hierbas) podría ser una suculenta y disparatada recopilación de guiones imaginarios, preparados para orquestar interminables horas de podcasts, un The Ringer en papel y en su versión más surrealista y socarrona. Cada capítulo responde a una pregunta —hasta 33, el buen aficionado sabe que no es un número cualquiera— planteada, argumentada y finalmente resuelta por Serrano. Cuestiones que, en realidad, abren debates imposibles, de esos habitualmente irresolubles y por los que los fanáticos del deporte no solo nos pirramos, sino que convertimos en «fundamentales». Pero, como entiendo que la estructura y el contenido del libro son harto singulares, merecen una explicación pormenorizada que, aprovechando la ocasión, divido en cuatro cuartos —más la decisiva prórroga de rigor—.

1er cuarto. Las controversias a esclarecer en Baloncesto (y otras hierbas) no son las típicas. Abundan las listas, obvio —no podríamos vivir sin ellas—, pero no son exactamente las de los «temas serios», por ejemplo de mejores jugadores, mates, o títulos de la NBA. Sino cuándo fue Michael Jordan el mejor Jordan; con qué partes del cuerpo de que jugadores harías el mejor jugador, el «frankenjugador» imbatible; cuáles son los mejores «mates insolentes» —humillantes, destructivos—; o cuál ha sido el campeonato más relevante dentro de la historia de la Liga. 

2º cuarto. Después están los puros, e hilarantes, disparates conceptuales, con especial mención al ranking de villanos; la locura de Death Hammer 2: Hammergeddon, la película protagonizada por John Harder, justiciero alter ego de James Harden; la introducción de personajes ficcionales para montar una absurda primera ronda de draft o; mi absoluta preferida, quien se adaptaría mejor a su nueva vida si la intercambiasen: ¿Karl Malone o un oso? 

3er cuarto. En Baloncesto (y otras hierbas) se combinan la comicidad, con frecuencia gamberra, y los datos exhaustivos —hay un nivel davidfosterwallaciano de notas al pie—. Van de la mano porque son las reglas para «arbitrar» y arrojar un poco de luz sobre estos inesperados dilemas y dotan al libro de un curioso ritmo y tono, cáustico y ágil —que la traducción de David Fernández recoge con fluidez—, a la vez que salpicado de estadísticas y datos. Esto último puede «hacérsele bola» a los neófitos, pero los connoisseurs los necesitamos como el aire para respirar. 

Último cuarto. Todos los capítulos de Baloncesto (y otras hierbas) se nutren y embellecen con las ilustraciones del también tejano-mexicano Arturo Torres, oriundo de Dallas, que ha colaborado con Serrano en sus tres obras superventas, y en el boletín —llegó a los 30.000 suscriptores— que no solo comparte nombre con este libro, sino que debe considerarse su origen. Sus dibujos son algo así como si a Jack Kirby lo hubiera contratado Adam Silver. Quiero la imagen de Larry Bird luchando con un calamar gigante en una camiseta… 

Prórroga. En definitiva, en Baloncesto (y otras hierbas) tenemos mucha cultura pop, prólogo de Reggie «tiempo de killer» Miller, irreverencia por doquier, a la vez que un profuso conocimiento de la NBA de los 80 en adelante —incluidas oportunas reivindicaciones a Hakeem «The Dream» Olajuwon o los Sacramento Kings de Rick Adelman, acaso el equipo que mejor ha jugado a esto, «puntos extra» para Shea Serrano— y datos para entretenerte y rebuscar durante un par más de COVIDs. Sí, hay una barrera de lo freak potencialmente insalvable para el aficionado casual o medio —los «apuntados al carro» NBA por Pau Gasol o Luka Doncic olvidaos—. Pero los obsesos de los aros tenemos baloncesto y entretenimiento para rato con este libro.

Ilustraciones de Arturo Torres en Baloncesto (y otras hierbas) de Shea Serrano.