Forever Changes, esa escurridiza e indiscutible obra maestra, y sus creadores, Arthur Lee y Love, siempre estarán envueltos por un halo legendario, arcano. Pero ahora, con la ayuda de Contra y el musicólogo británico Barney Hoskyns, tenemos la oportunidad de adentrarnos, y arrojar algo de luz sobre su misterio mediante Arthur Lee. Esplendor y decadencia de Love. Una biografía tan sucinta como certera y completa de su enigmático líder y su más que convulsa carrera.  

Como a Hoskyns ya lo conocimos con el estupendo Hotel California, también traducido por Elvira Asensi —hay que agradecerle tanto su labor con las palabras como su faceta «descubridora»— vale la pena detenerse en Love y su singular líder. Arthur Porter Taylor —luego Taylor Lee— nació en Memphis, Tennessee, en 1945. Tras trasladarse con su madre a Los Ángeles, sus aptitudes parecían encaminarlo al deporte. Por suerte, la música ganó la partida y al inicio de los 60 empezó a forjarse una carrera en los clubs de Hollywood. En 1965, su banda Grass Roots pasó a denominarse Love, publicando su debut homónimo en 1966, al que siguió Da Capo. Pero sería Forever Changes, en 1967, el LP que cimentó su estatus como una de las bandas más influyentes —y de culto, nunca de ventas— de la década. 

No obstante, las drogas, las desavenencias económicas y entre su binomio de compositores principales —Lee y Bryan MacLean— acabaron con su primera encarnación en 1968. Nuestro protagonista siguió intentándolo con nuevos músicos —flirteo con Hendrix incluido— y después en solitario. La frustración le llevó a evaporarse durante los 80, reapareciendo en 1992. Pero entonces, llegarían dos reveses insalvables. Primero la cárcel —confuso incidente con arma de fuego—, en 1996. Y, cuando, tras su salida, aún pudo saborear cierto reconocimiento tardío, la leucemia, que acabaría con su vida en Memphis, en 2006.

Love, 1967: Michael Stuart, Ken Forssi, Arthur Lee, Bryan MacLean y Johnny Echols (izq. a dcha). Foto: Getty Images.

Con semejante periplo músico-vital, la primera sorpresa es que Barney Hoskyns necesite menos de ciento cincuenta páginas para relatar su historia. Apoyado en una notable labor de investigación y, según cuenta, una compleja tarea de entrevistador —ni Lee ni sus compañeros eran los interlocutores más sencillos—, logra esbozar una semblanza de lo más completa sobre el contradictorio personaje y, a la vez, la más que embrollada trayectoria de su grupo. Considerando la coalescencia entre lo opaco de sus caracteres, la limitada producción musical y la, en cambio, abundante mitología alrededor de Arthur Lee y cía, el mérito es enorme.

¿Autosabotaje? ¿Infortunios? ¿Una serie de catastróficas desdichas motivadas por las adicciones y los egos? ¿O simplemente una personalidad demasiado volátil? Hoskyns, sabiamente, apunta a una combinación de todos esos factores. Ni Arthur Lee ni, por ende,  Love, no se ayudó demasiado en su persecución del estrellato, dejando el camino expedito a compañeros de sello —Elektra— como The Doors. Tampoco sus discográficas consiguieron conectar con o mediar en los momentos de fricción. O sencillamente entender las peculiares dinámicas en el seno del grupo, liderado por un tipo de increíble talento y carisma… pero «pelín» complicado y anárquico.  

No hay mejor ejemplo de ese desgobierno músico-vital de Arthur Lee y Love que la pormenorizada creación del Forever Changes que nos brinda Barney Hoskyns. Un disco inmortal gestado en un ambiente más que enrarecido. Entre enfrentamientos compositivos —la figura de MacLean, algo desdichada, merece reivindicación— que reflejan tensiones personales y desconfianzas a la postre insalvables. Psicodelia, folk-rock, ecos latinos, gloriosas orquestaciones, como pocas veces se han maridado en la historia de la música, surgidas de forma intuitiva, casi azarosa. El sonido del verano del amor, pero del revés, algo que también se muestra en las taciturnas letras. «Bummer in the Summer»…

Haciendo honor a su subtítulo, Hoskyns es ecuánime, cero hagiográfico, no escatimándonos ni esplendor ni decadencia de Arthur Lee —parece que no acabó muy contento con la obra— y Love. Así, explora las vicisitudes personales, incluidas su dilatada desaparición de la música o su extraño encarcelamiento. Además, el libro, original de 2001 —dentro de la colección «Mojo Heroes» de la conocida revista—, cuando Lee aún vivía, viene con extra. Un epílogo del propio autor exclusivo para esta edición, donde se «cierra el círculo». Pero nunca la leyenda o el secreto detrás de las canciones de Love. Cualquier excusa es buena para reencontrarse o descubrir Forever Changes. Aquí tenéis una de las mejores. «Yeah, I heard a funny thing»…