España es un país en el que el shoegaze siempre ha pegado fuerte. Este género tan anglosajón, ha dado grandes discos en nuestro país, pero también es cierto que no todas las bandas que lo practican logran los resultados esperados. Quizá, porque hay una pequeña saturación y hay que desmarcarse un poco para lograr algo diferente. Afortunadamente, tenemos a los malagueños Arista Fiera, que tras un par de Eps notables, ahora publican un álbum de debut con muchos más matices, en el que sí, hay shoegaze y dream-pop, pero también unas cuantas cosas más.

Una de esas cosas que hace diferentes a Arista Fiera, es la fuerte presencia vocal de Isabel, su cantante. En una música en la que la voz suele estar escondida entre mantos de guitarras y teclados, resulta de lo más interesante escuchar unos temas en los que es uno de los ingredientes principales. Lo muestran muy bien en la efusiva “No estás”, que abre el álbum de la mejor forma posible, y mostrando bastante interés por los teclados. Otra cosa que podemos meter dentro de sus aciertos. Y es que, gracias a eso, se hacen con algún hit que otro, como “Tu familia”, donde las guitarras rugen, pero donde también suenan tremendamente melódicos. Algo que también ocurre en la más potente ‘Decir que no’. 

Al igual que en sus anteriores lanzamientos, aquí también hay dos partes muy diferenciadas. Porque, además de lanzar pelotazos guitarreros, también saben lo que es irse a la parte más ensoñadora del asunto. Así, nos encontramos con cortes como “El breve romance”, “Victoria” o “Multitudes”, los cuales, conjugan de maravilla las guitarras pausadas con los paisajes oníricos de teclados. O con esa estupenda “Walden”, que cuenta con una sección rítmica vibrante. 

Otro acierto con el que cuenta ‘Cromatismo Doméstico’, es la variedad que meten en su parte final. Los tres cortes que cierran el disco son muy diferentes entre sí, y muy diferentes de lo que nos encontramos en el resto del álbum. Tenemos “Cada vez que intento explicarlo”, en la que un piano toma las riendas de la canción, un sorprendente tema de pop saltarín como “Algo nuestro”, y un corte de synth-pop delicado como “Tiempo vivido”. Y ojo, porque las tres son notables.