Con su último trabajo, el magnífico “All Mirrors”, Angel Olsen se ha camelado a crítica y público de todo el mundo. Incluida esta web, que lo eligió como el mejor disco de 2019. Por eso había bastante expectación por ver qué podía hacer con estas canciones en directo. El cambio radical que ha dado su música en este último año, llenando sus canciones de teclados, oscuridad e instrumentos de cuerda, no es fácil de llevar al escenario. Quizá, por eso, su cita en la sala But de Madrid, no fue del todo redonda y tuvo algunos altibajos.
No pudimos ver a Hand Habits, que justo terminaban su concierto con una versión del ‘The Only Living Boy in New York’ de Simon and Garfunkel cuando un servidor llegó. Una pena, porque su folk sonaba estupendamente.
Tres teclados, un violín, un violonchelo…Desde el principio se pudo ver que Angel Olsen venia preparada para trasladar toda la intensidad de su último trabajo al escenario. Y hubo momentos en los que sí lo consiguió, como en las partes más épicas de ‘Lark’ (impresionante la entrada final de la batería) y ‘All Mirrors’. O en esa preciosa ‘Chance’ con la que cerró la noche. Y es que, al público madrileño, que agotó las entradas, le tocó la faceta más íntima de la artista estadounidense. Porque, aunque su último trabajo siga una línea reposada, sí hay cortes como ‘Too Easy’ o ‘New Love Cassette’, que suenan más esperanzadores y luminosos. Y salvo, con la excepción de la bonita, y algo sixties, ‘Spring’, se dejó esa faceta en casa.
Afortunadamente, hizo alguna concesión a sus anteriores trabajos, y ahí es donde lució más su propuesta. El dúo ‘Shut Up Kiss Me’ y ‘Forgiven/Forgotten’, que cayó a mitad de concierto, dio un poco de animo a la noche. Y eso que, en la primera, tuvo un parón bastante raro. Algo así como si se hubiera olvidado de su canción más famosa. Porque, esa es otra, la actitud de la norteamericana, fue algo extraña. Interactuó con el público, gastó alguna broma, e incluso sometió a votación uno de los temas del concierto, pero había momentos en los que parecía no tenía ninguna gana de estar ahí. De hecho, en cuanto termino la parte cantada del último tema de la noche, se fue corriendo al camerino y dejó que su estupenda banda terminara el concierto.
A lo mejor, una sala de conciertos, no era el sitio más adecuado para esta propuesta, que en un teatro hubiera lucido más. Desde donde estaba un servidor, había momentos en los que los instrumentos de cuerda ni se oían, y las tormentas sonoras de su último trabajo, quedaban algo deslucidas. O quizá no tuvo su noche, pero, la verdad, es que, aunque no fue un mal concierto, sí que resulto un tanto decepcionante.
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