Madre mía, como han cambiado las cosas. Aunque todavía Spotify, tozudo él, se empeñe en considerar a Alondra Bentley como esa cantautora folkie que llegó a la escena española cuando la tendencia estaba al alza (sus canciones más escuchadas en la plataforma provienen del ya lejano debut “Ashley Avenue, de 2009), ella lleva tiempo demostrando que es más, mucho más. Y puede que este “Solar System sea la prueba definitiva, por más que el órdago lanzado en “Resolutions(2015) ya nos advirtiese que la cosa se está poniendo seria y que hablamos de partidos jugados en primera división. Si aquel trabajo juntaba a Bentley con Matthew E. White, uno de los productores, músicos y arreglistas más reputados de los surgidos en la última década, ahora toca volver a tierras españolas y reivindicar que Carasueño también tiene los galones suficientes como para firmar producciones de rango internacional.

De la mano de Carasueño, Alondra abraza en su quinto disco su lado más pop, tal y como dejaba claro el single de adelanto ‘Mixtapes’, donde un alegre rasgueo de guitarra acústica nos despista en la intro antes de abrazar un mundo de sintetizadores y de dobles estribillos.

La declaración de intenciones se refrenda en el segundo tema de esta impecable colección, ‘45 Hours’, igualmente pegadiza y efectiva, para entrar en un lado igualmente sintetizado pero más robótico en la siguiente pieza, ‘Prism’, así como en “Beautiful Home, donde podríamos intuir influencias de Kraftwerk y New Order (o de algunos de sus discípulos, si no queremos tirar de referencias tan canónicas).

No todos los cambios son tan radicales. De hecho, ‘I´ll Be Alright’ tiene un punto entre R´n´B y rítmica funky que bien podría haber formado parte del disco anterior (de hecho, recuerda ligeramente a Natalie Prass, otra talentosa cantautora aliada de Matthew E. White).

El disco atraviesa un tramo más reflexivo y desafiante en su zona media, con ‘Tiny Portions of the Sun’ y ‘My Projection of You’. Son piezas atmosféricas y pausadas, y la primera de ellas se estructura en varias partes diferenciadas (alguna, como la del tres por cuatro, ligeramente forzada), introduciendo incluso elementos de rock progresivo que, junto a ciertos ramalazos psicodélicos salpicados a lo largo del disco completan un cuadro de influencias menos evidentes con las que el producto se vuelve aún más único si cabe. Puede que con esos momentos se corra el riesgo de diluir el mensaje principal, que no es otro que “Alondra goes pop” (algo que continúa subrayándose en otros temas de la recta final como ‘Burning Sun’ o en ‘Sleep Breath & Run’, ambas dignas de Belle and Sebastian), pero es que este cuidado artefacto pide ser valorado como un discurso artístico con muchas más aristas de las aparentes a primera vista.