No sé vosotros, pero una de mis peores pesadillas es que un día me despierte y la única música que exista en el mundo sean las baladas de Aerosmith. Imaginaos el panorama: bodrios infinitos como I Don’t Wanna Miss a Thing —dejaremos los comentarios sobre Armaggedon para otra ocasión—, Hole in My Soul, Fly Away from Here… El horror, el horror…
Así que cuando Malpaso puso en mis manos estas Memorias roqueras, pergeñadas por Steven Tyler junto al periodista y fundador de la revista Rolling Stone David Dalton, todas mis alarmas saltaron. ¿Podría aguantarlas? La sorprendente respuesta —el primer sorprendido soy yo— es sí.
Y es que ¿Acaso molesta…? es, o al menos parece, honesta. El otro “morritos” del rock no ha filtrado ni censurado demasiado y ha construido una autobiografía que por momentos podría servir como un hipotético y alucinado manual titulado Cómo ser estrella del rock y no morir en el intento. El podio de tópicos, sexo, drogas y rock’n’roll llevado y celebrado a su máxima expresión. ¿Acaso Aerosmith no es precisamente eso?
En estas Memorias del exceso la revelación más extraordinaria no es la cantidad de mujeres con las que Tyler se ha acostado —sólo en el capítulo seis, La pequeña Bo Peep, la Reina de la Purpurina y la chica del Corvette amarillo hay más culos y tetas que en todo Benny Hill—, ni la inconcebible montaña de drogas consumidas -que el cantante cifra en material por valor de veinte millones de dólares, no hace falta decir nada más-. Lo inaudito es que, a tenor de estas páginas, la diferencia entre Steven Victor Tallarico y el libidinoso y extremo personaje Steven Tyler no existe. El icónico líder y compositor de los “chicos malos de Boston” es un escritor de explosiones y artificios, locuaz, caótico y vertiginoso, un libertino procaz, un megalómano sin ganas siquiera de disimularlo, lo que le ha provocado no pocas frustraciones, la mayoría de ellas con su banda —menuda tropa—, así como un ex-yonqui aún temeroso de sus adicciones. Ama, vive, y deja un bonito cadáver. Tyler ha cumplido con creces dos de las tres, y que no haya alcanzado la tercera es simplemente un milagro. Menudo cóctel explosivo
Cuarenta y cinco años de carrera, ciento cincuenta millones de discos… sólo ciñéndonos a la música, la carrera de Aerosmith ya justificaría un libro de un volumen considerable y, aunque Tyler no puede dejar de analizar la historia de la banda desde su egocéntrico prisma, que denomina Lead Singer Disorder —algo así como síndrome del cantante—, si refleja las dificultades de sus inicios, las adicciones compartidas y la solidaridad y camaradería perdida, tras la que aparecerán sus innumerables y terribles colisiones, forjando una eterna relación amor-odio con sus compañeros de escenario, especialmente con Joe Perry. Y de la misma forma que verlo presumir de sus letras en el libro es bastante risible —no, Steven, Cryin’ no es alta literatura por mucho que te empeñes, tampoco Dream On— no se le puede negar la ambición, entrega y, en definitiva, auténtica pasión por la música, con hermosos y sentidos —al estilo Tyler, se entiende— homenajes a otros artistas apareciendo por todo el libro.
Fans de Aerosmith, aquí tenéis un imprescindible. Adoradores del rock y sus historias sobre el lado salvaje, aquí tenéis anécdotas suficientes para parar un tren. Y resto del mundo, aunque los chillidos de Steven Tyler os sigan recordando a los de la matanza del cerdo, os vais a divertir leyendo estas memorias.
Entradas recientes
- Pet Shop Boys, Primavera Sound, Madrid (07/06/2023) 2023-06-08
- Transformers: El despertar de las bestias 2023-06-08
- Romy anuncia su primer disco en solitario 2023-06-08
- Beach Fossils, ‘Bunny’ (Bayonet, 2023) 2023-06-07
- PJ Harvey estrena single 2023-06-07