Mañana es 14 de abril. Y, por tanto, efeméride —92 años— de la proclamación de la Segunda República española. Inmejorable momento para hablar de este libro, de homónimo título, del periodista valenciano Paco Cerdà publicado por Libros del Asteroide tras ganar el II Premio de No Ficción que otorga la editorial catalana. Una crónica ficcionalizada de ese histórico día, fascinante reconstrucción literaria a partir de una profusa labor de documentación, de una jornada memorable. 

Francisco Cerdà Arroyo, nacido en Genovés en 1985 es periodista, escritor y editor. Fue reportero de Levante-EMV y actualmente colabora con El País, la Cadena Ser y Cuadernos Hispanoamericanos, además de ser editor fundador de La Caja Books. Como autor, tiene tres libros en su haber: Los últimos (Pepitas, 2017), El peón (Pepitas, 2020), por el que obtuvo el Premio Cálamo y que próximamente será llevado al cine, y este —también laureado— 14 de abril que nos ocupa, publicado originalmente el pasado octubre y ya en su cuarta edición.  

Introducirse en 14 de abril es una mezcla de placer y sorpresa para el lector. Lo primero, por su prosa, dotada de una poética especial, preciosista pese a su contención, y un tono entre lo épico con ribetes de suspense y lo melancólico, meditabundo. Los hechos y datos no vertidos en busca de la precisión academicista. Sino engarzados y dando continuidad a una suerte de novela fragmentada de hechos reales. Y la segunda, porque Cerdà opta por la polifonía de personajes para que su relato resulte lo más completo posible. Un desfile de protagonistas centrado en los actores principales… pero también en los olvidados. La historia también la escriben los héroes —o desgraciados, mejor dicho— anónimos. 

Así, 14 de abril se constituye en un fresco muy sugerente, a menudo con un hálito trágico —sobre todo cuando la narración se detiene en los mencionados «nadies»—, de escenas significativas del nacimiento de la Segunda República. Es obvia la gran tarea —el propio Cerdà la desgrana en el postrero segmento de Fuentes— de hemeroteca. Una búsqueda de sucesos acaecidos por todo el país ordenados a la manera «medieval cristiana». En capítulos que responden a la secuencia temporal de los rezos de la jornada monástica. Como si nos dijera «Adiós a la monarquía de Alfonso XIIl» —sí, se puede—. «Adiós al por la gracia de Dios»… Aunque, tristemente, solo fuera por un breve espacio de tiempo —cruz y armas siempre de la mano—. 

En poco más de 200 páginas, 14 de abril ofrece al lector una suerte de foto panorámica de ese esperanzador, convulso, y complejo día. Cerdà nos habla de masas enfervorecidas e ilusionadas. De las sombrías horas finales de la familia real y acólitos —brillantes episodios—. Asistimos a solemnes y decisivas negociaciones —siniestro Conde de Romanones—. A hores greus —igualmente absorbentes los capítulos de «l’avi» Macià— en Barcelona, Jaca o Eibar. O ideologías obligadas a entenderse que, no obstante, reflejan sus diferencias e, incluso decepciones —insinuando la fragilidad de la suma opositora al Antiguo Régimen—. E, insisto, destacando a aquellos desconocidos que perdieron su vida en tan dichosa jornada.

En definitiva, 14 de abril es una obra de lo más atractiva y redonda. Quizás deja una única duda, siendo un tema tan manipulado políticamente por las extremas derechas de este país —azul o verde, el último ejemplo cortesía de esa «luminaria» proveniente de Castilla León—. ¿Cabría más sustancia, más digamos enjundia reivindicativa en el libro? Puede. Uno podría inferir que, al humanizar a la realeza —siempre anacrónica— que auspició el infame «turnismo» y la miserable dictadura de Primo de Rivera, señalar las turbulencias opositoras o al destacar las relativamente escasas muertes, Cerdà está optando por una discutible «neutralidad». Además, que te elogie Jorge Bustos quizás no sea la mejor de las señales… 

… No obstante, sería del todo injusto. Porque, en primer lugar los acontecimientos históricos de ese calibre no pueden valorarse en simplistas «blancos y negros». La sangre derramada existió —y bien está poner nombre a los caídos—, de la misma forma que las alianzas extrañas, con fecha de caducidad o de conveniencia, frente a un enemigo mayor. Y, aún más importante, ya no sería 14 de abril. Una obra cohesiva, armoniosa en tono y alcance, cuya naturaleza u objetivo no es, para nada, posicionarse en uno u otro sentido. Esto es otra cosa, ficción de altos vuelos, profundamente hermosa, creada a partir de los hechos. ¡Salud y República!