Posiblemente, Quincy Delight Jones, Jr. (Chicago, 1933) que ya es nonagenario desde hace unos días, sea el Rey Midas del mundo del espectáculo. Por talento, por atrevimiento, por visión, por la cartera de clientes que tiene, muchos de ellos, amigos. Y, sobre todo, por el tesón en querer salir adelante. 

Se inició siendo menor de edad como trompetista. Pero su afán era ser autor y compositor de su propia obra. Aun así, tenía un sueño mayor, ser arreglista y director de su propia big band. Todo eso ha pasado y más. Y en 12 Notas. Sobre la vida y la creatividad, el autor se explica desde el corazón, en un relato cosido en doce capítulos. Cuando has sido nombrado en ochenta ocasiones para los Grammy y has sido elegido ganador en veintinueve oportunidades, parece que tu opinión se escucha con reverencia. 

Jones dedica tiempo y espacio para ensalzar el concepto de la mentoría en sus reflexiones, enfocada al desarrollo personal; es decir, lo que siempre se ha conocido como manuales de autoayuda. Y es altamente exigente: si el director de orquesta ha podido y tú deseas ser músico, también puedes conseguir tu objetivo. Con el paso de los años, el jazzman que ya tenía la radio como referente, se interesa, asimismo, por la televisión, pues aspira a crear sintonías televisivas, mientras tantea el mercado de las bandas sonoras en Hollywood. 

El compositor comparte lecciones de vida, ideas y estrategias para manejarse creativamente en un mundo tan competitivo como es el de la música popular. Y más cuando hay multinacionales y el racismo de por medio. Jones creció junto a su hermano menor, con un padre adicto al trabajo y una madre esquizofrénica, que fue internada en un hospital psiquiátrico, siendo los hijos, unos simples niños. El padre sacó a sus hijos del South Side de Chicago y se trasladaron a Seattle. En la ciudad de la lluvia conoció a unos de sus mentores y guías de por vida, el trompetista Clark Terry (1920-2015), santo y seña de casi todos los grandes del bebop de los años cincuenta. Luego vendría otro grande, el director de orquesta Count Basie

En 1957, la docente y directora de orquesta, Nadia Boulanger (1887-1979) lo acepta en sus clases, en París. La profesora es una célebre teórica de la música del s. XX, que siempre tuvo presente el peso de la creatividad, la gestión de las emociones a la hora de componer, así como la consistencia de las matemáticas en las ecuaciones compositivas, a partir de un principio equilibrado. “Solo hay 12 notas y realmente deberías investigar qué hicieron todos con esas 12 notas”, recuerda que le dijo. Quincy Jones, en calidad de empresario, educador y activista también derrocha positivismo en sus consejos musicales. En muchas de las citas recogidas de sus mentores y en su propio ideario descansa un intenso pensamiento humanista, que no siempre casa con la realidad. Tal vez por ello, Jones evita mostrar lo evidente: es una persona escogida, que sería capaz de hacer cantar a un árbol. Desde su productora, el norteamericano impulsa proyectos diversos, al tiempo que supervisa las carreras musicales de jóvenes valores. De todas maneras, para profundizar en esta leyenda musical no está de más acercarse a Q: Autobiografía de Quincy Jones, (2002; Libros del Kultrum, 2021). 

De la vida y obra de un personaje de esta trascendencia pueden extraerse conclusiones diversas. Una de ellas sería que no parece que esté al alcance de cualquier estudiante de música asumir los riesgos que el músico se vio obligado a aceptar. Quincy Jones todavía recuerda cómo fue fundar, gestionar y dirigir una big band, con poco más de veinte años. El libro es una invitación a soñar. Los sueños pueden materializarse en sintonías de series de televisión y bandas sonoras, también, en canciones imperecederas, como constan en el catálogo intergeneracional de este intérprete mayúsculo.