El próximo 20 de marzo se estrena en Reino Unido ‘Creation Stories’, la película producida por Danny Boyle sobre el mítico sello británico Creation Records. O más bien sobre Alan McGee, su excéntrico fundador. De hecho, está basada en ‘The Creation Records Story: Riots, Raves and Running a Label’ las que son sus memorias. Así que, sí refleja de verdad lo que se cocía en la oficina de esa discográfica, promete ser una película bastante salvaje. De todas formas, os contamos un secreto: en Filmin tenéis el estupendo documental que se hizo en 2010 sobre el sello, y en el que te cuentan la historia con todo lujo de detalle. 

En cualquier caso, más allá de las drogas y el desastre que fue la parte económica del sello, editaron algunos de los trabajos más importantes del final de los ochenta y de principio de los noventa. Discos que han servido de influencia para muchas bandas que vinieron después, y que se han convertido en auténticos pilares de estilos como el shoegaze, el britpop o la música dance. Por eso hemos hecho un top 10 con nuestros álbumes favoritos del sello. Una tarea dura por todo lo que nos hemos tenido que dejar fuera. Ahí va. 

10. Adorable  – ‘Against Perfection’

El álbum de debut de Adorable no es uno de los discos más importantes de Creation Records. No fue especialmente influyente, y su carrera comercial tampoco fue muy allá, pero es un trabajo al que le tenemos mucho cariño. Un disco de shoegaze que tenía muchos retazos pop, y un protagonista absoluto: Pete Fijalkowski. La fuerza y rabia con las que cantaba buena parte de las canciones de este trabajo, unido a esas guitarras tremendamente ruidosas, pero muy melódicas, hicieron que temas como ‘Glorious’ o ‘Homeboy’, se convirtieran en auténticos himnos para unos cuantos shoegazers.

9. The House of Love – ‘The House of Love’

Pocos discos de los 80 tienen un inicio tan potente como este. ‘Christine’, el tema que abría el álbum de debut de The House of Love, era un potente y oscuro tema de shoegaze que no daba ninguna tregua en los pocos más de tres minutos que duraba. Pero era también era una pista errónea de lo que había en el resto del disco. La banda liderada por Guy Chadwick, tenia predilección por las guitarras acústicas y, aunque de vez en cuando pisaban el pedal de distorsión, la suya era una propuesta más pop y limpia. De hecho, fue bastante bien en las listas de ventas. Y eso que no metieron “Shine On” y “Destroy The Heart”, dos de sus canciones más famosas.

8. Oasis – ‘Definitely Maybe’

Evidentemente, no podemos hablar de Creation Records y no mencionar a Oasis. La banda de los hermanos Gallagher aterrizó en el sello de Alan McGee allá por 1993, y lo puso todo patas arriba (más todavía). Ventas millonarias, todo un fenómeno social, y una colección de canciones imbatible. Porque sí, los hermanos de Manchester eran insoportables, pero nadie puede negar que este ‘Definitely Maybe’ era prácticamente perfecto. Ya no temas archiconocidos como “Supersonic” o “Live Forever”, canciones como “Up In The Sky” o “Slide Away” hicieron muy bien su función y se convirtieron en pequeños himnos de ese britpop que se lo comió todo poco tiempo después. 

7. Felt – ‘Forever Breathes the Lonely Word’

Alan McGee eran una fan absoluto de Felt. El grupo de Lawrence se unió a Creation en 1986, y salvo alguna recopilación y alguna que otra rareza, todos sus discos hasta su separación se publicaron en el sello de McGee. Varias joyas que tienen en este ‘Forever Breathes the Lonely Word’, su punto más álgido. Aquí aparecían los Felt más pop, y los que han servido de influencia a buena parte del indie que llegó después. Guitarras cristalinas, buenas melodías, órganos y teclados juguetones, y un cierto pose de melancolía. Y como dato curioso, fue su primer trabajo en el que no había ningún solo tema instrumental. En total, ocho canciones que rozaban la perfección melódica, como “Down But Not Pet Out”, “September Lady” o “A Wave Crashed on the Rocks”. 

6. Sugar – ‘Copper Blue’

Hasta para lo que, supuestamente, no era su rollo, McGee tenia buen ojo. En 1992, con el indie-rock norteamericano arrasando en medio mundo, se fue hasta Estados Unidos y editó el album de debut de unos tales Sugar. Jugaba sobre seguro, claro, porque detrás estaba Bob Mould, que había militado en Hüsker Dü, una banda que ya se había convertido en un clásico en aquella época. Lo que suponemos que nadie esperaba era que Mould entregara una de las mejores colecciones de indie-rock de los 90. Aquí las guitarras propias del genero, crudas, y bien distorsionadas, se fusionaban con unas melodías de diez. Cortes como “A Good Idea” o “Changes”, lo corroboran. Y además, fue capaz de sacar un hit para la posteridad como “If I Can’t Change Your Mind”. 

5. Slowdive – ‘Souvlaki’

Una de las grandes gemas del dream-pop. O quizá el álbum que mejor representa ese estilo. El segundo trabajo de Slowdive es algo así como una biblia para cualquier banda que quiere tirar de paisajes ensoñadores, melancólicos teclados, y guitarras que derrochan épica. No obstante comenzaba con “Alison”, todo un clásico de este género. Aunque casi se podría decir que todo el álbum lo era, porque cortes como “Machine Gun”, “40 Days” o “When The Sun Hits”, estaban a la misma altura. Pero no se quedaban ahí, y aquí ya se podía ver parte de esos Slowdive algo más dispersos y electrónicos que vendrían después. “Souvlaki Space Station” es un buen ejemplo. La lástima es que no repitieron el pequeño éxito de su álbum de debut, y quedó muy por debajo en las listas del Reino Unido. 

4. Ride – ‘Nowhere’

El lado más pop del shoegaze tenía un nombre: Ride. La banda de Oxford llevó sus guitarras ruidosas al mundo más pop, y en ‘Nowhere’ dieron con su obra maestra. Además, con una gran acogida, porque el disco se quedó a las puertas del Top 10 británico y se convirtió en un de los grandes éxitos del sello. Algo que, visto ahora, no extraña demasiado, porque también había un poco de ese mundo manchesteriano que tan de moda estaba por Inglaterra en el 90. Solo hay que escuchar esa “Seagull” que lo abre, donde se hacían con un ritmo de lo más bailongo y lo llenaban de guitarras distorsionadas. Pero lo mejor llegaba cuando entregaban catarsis sonoras como “Dream Burn Down”; su pop con bien de guitarras potentes, como era el caso de “Kaleidoscope”, o ese cierre final en clave dream-pop que era “Vapour Trail”, uno de los grandes temas de los 90.

3. My Bloody Valentine – ‘Loveless’

Isn’t Anything’, el primer album de My Bloody Valentine, ya había sido un gran éxito de crítica en 1988, y tampoco fue nada mal en las listas de ventas, por lo que Alan McGee esperaba ansioso una continuación. Pero la banda de Kevin Shields no se lo puso fácil. Tardaron más de año y medio en grabar el álbum, y se rumorea que, todos esos meses de experimentación, costaron un cuarto de millón de libras. A día de hoy, tras escuchar este ‘Loveless’ y ver que se ha convertido en el disco por excelencia del shoegaze, parece hasta poco, pero estuvo a punto de arruinar el sello. En cualquier caso, todo ese tiempo de grabación sirvió para que nos dejaran una obra maestra en la que el ruido se convierte en melodía, y en la que hay joyas tan grandes como “Only Shallow” o “When You Sleep”. 

2. Teenage Fanclub – ‘Bandwagonesque’

Publicado en 1991, como ‘Loveless’, el tercer álbum de Teenage Fanclub fue el gran mimado de la crítica de aquél año. Pocos medios británicos y estadounidenses fueron los que no le auparon al primer puesto de sus listas de lo mejor del año. Y las alabanzas de un tal Kurt Cobain hicieron que muchos se preguntarán quienes eran esos escoceses que habían publicado un disco con un nombre tan raro. Pero es que lo que había en este trabajo eran palabras mayores. Estamos ante una de las grandes biblias del pop alternativo de todos los tiempos, y el disco que definió el sonido de una banda que, a día de hoy, resulta imprescindible. Su talento para crear grandes melodías heredadas de los mejores Big Star, aquí resultaba hasta insultante. Además, no se cortaban a la hora de sacar la distorsión a paseo, por lo que dieron con una de las grandes colecciones del noise-pop de todos los tiempos. “The Concept”, “What You Do To Me”, “Star Sign”…da igual que canciones elijáis, son todas perfectas.  

1. Primal Scream – ‘Scremadelica’

El otro gran mimado de la crítica, sobre todo la británica, de 1991 (¡vaya año!), fue el ‘Screamadelica’ de Primal Scream. Y no es para menos, porque aquí estaba buena parte del sonido dance que inundaría el planeta pocos años después. Los de Bobby Gillespie se habían aburrido del rock, y estaban a tope con todo con todo lo que estaba pasando en los clubs y raves del Reino Unido. De hecho, fue el propio Mcgee el que los introdujo en la escena acid house. Y ellos hicieron el resto. Llevaron la psicodelia a la pista de baile, dejaron que el gospel y el soul cobrara protagonismo en sus canciones, y experimentaron lo necesario con la electrónica. Crearon un sonido tan particular que, a día de hoy, se ha intentado imitar en infinidad de ocasiones, y nadie ha logrado dar con algo parecido. Además, puso a Primal Scream en el punto de mira, ya que fue un éxito comercial y se llevó el Mercury Prize al año siguiente.