Alborotador Gomasio, “Luz y resistencia” (Limbo Starr, 2018)

Las guitarras feroces contrapuestas contra unas melodías vocales tozudamente poperas siguen... Leer más
Autor: Sergio Miro | @sergiomiro
Siguiendo la máxima de “si algo no está roto, no lo arregles”, Nathaniel Rateliff y su fenomenal banda de acompañamiento repite prácticamente la fórmula de “rock de raíces y soul profundo” con la que tocaron el cielo en su anterior disco de debut. Tanto aquel trabajo como el que ahora nos ocupa tenía uno de sus mayores baluartes en su sello discográfico, ni más ni menos que el legendario Stax, garantía de confianza y de credenciales souleros auténticos para un artista cuyo pasado tenía más que ver con el country, el folk y el rock and roll. Fue al conformar el núcleo de lo que ahora son los Nightsweats, cuando pudo dar forma a una ambiciosa visión de crear una especie de cruce entre The Band, Van Morrison, Sam Cooke y Otis Redding. Son palabras mayores, pero lo cierto es que su música toca todas las teclas adecuadas como para conmover a cualquiera que tenga referentes como eso en su altar.
Ayuda que el equipo ya notorio conformado por cada uno de los componentes del septeto se vea enriquecido por la siempre enriquecedora visión del músico y productor Richard Swift, quien ya en el primer trabajo supo capturar en estudio el arrollador espectáculo en directo de la banda, al tiempo que le daba a todo una pátina vintage y de buen gusto. Como decíamos, poco o nada cambia en esta nueva entrega, salvo que la banda suena mucho más asentada (hacer más de doscientos conciertos al año es lo que tiene), y que las influencias soul están introducidas de una manera más sutil y menos canónica (aunque un tema como ‘Intro’, curiosamente situado a mitad de disco, colaría perfectamente como pieza de apertura de cualquier artista de Stax de hace cuatro décadas).
Baladas sentidas de crescendos imposibles (fantástica ‘Hey Mama’), piezas más rítmicas (aunque lamento decir que ninguna con el poderío de ‘S.O.B.’, todavía su mayor éxito), alguna influencia de rock 50´s (‘Say it Louder’, ‘Babe I know’) y algún medio tiempo más cercano al pasado country de Rateliff (‘A little Honey’) conforman un disco con el que seguramente se consolidará el status de Rateliff y los suyos como uno de los valores más seguros en los escenarios de Norteamérica.
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