Arcade Fire, WiZink Center, Madrid (24-04-2018)

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Lo reconozco, mientras se celebraba el Primavera Club no pude reprimir mi curiosidad por el nuevo proyecto V Mirror live! de Pascal Arbez-Nicolas, más conocido por su pseudónimo artístico Vitalic y mi pasión por la electrónica me impulsó durante un par de horas a escaparme de mi cita invernal con el indie, para adentrarme en una atmósfera completamente distinta.
Esa en la que el beat y los bmp´s pasan a ser los únicos protagonistas y el personal acude en masa a la llamada de la parroquia para asistir a su santo oficio. En esta ocasión los encargados de amenizar la espera en esta extraña noche de jueves con horario casi de merienda-cena fueron el dúo autóctono The Requesters, que hicieron gala de sus gustos musicales afines a la electrónica de moda del momento y despacharon un set bastante pistero y macarra a partes iguales, aunque a la muchachada allí congregada cubata en mano, poco parecía importarle. A veces, su copia del sonido disco pasado por el filtro del mal entendido nuevo french touch exportado a diestro y siniestro por Ed Banger, dieron como resultado una serie de mezclas algo cansinas por el reiterado abuso de vocales en infinidad de temas muy verbeneros y de dudosa calidad. Es sorprendente, porque su directo no me desagrada y a título personal he de confesar que durante el pasado Sónar gocé bastante con su actuación, pero ese jueves despacharon un set bastante calamitoso, sobretodo teniendo en cuenta el estilo musical del artista que actuaría a continuación y del que parecieron olvidarse por completo durante su warm-up a la hora de afinar con el que iba a ser el tono general de la velada. Supongo que una mala noche la tiene cualquiera y se les perdona teniendo en cuenta el buen hacer que ha demostrado d.a.r.y.l en infinidad de sesiones aquí presenciadas por un servidor.
Había llegado pues el momento de descubrir qué se traía entre manos el bueno de Pascal, con su nuevo directo sustentado por un montaje de espejos montados en V.
La excusa era perfecta, con su segundo nuevo álbum Flashmob recién salido del horno había que ver cómo iban a ensamblarse los nuevos cortes de este disco con los ya archiconocidos hits de su primer y aclamado largo Ok Cowboy. Las cortinas que ocultaban todo el escenario se abrieron y de entre los espejos la silueta de Vitalic emergió a través del humo. El griterío es ensordecedor, Pascal saluda al público y comienzan a sonar los primeros compases de Valletta Fanfares con sus característicos repiqueteos tamboriles. Terminator Benelux es el siguiente trallazo electro en entrar en escena y en tan sólo unos minutos, parece que el live de Arbez-Nicolas ya ha empezado directo al grano, sin apenas concesiones al concepto de crescendo o la sutileza. Poison Lips, segundo corte de Flashmob condensa algunos de los elementos identificadores del sonido inconfundible del francés, como es el gusto por las voces vocoderizadas y plagadas de ecos, las líneas de bajos ecualizados con ese toque metálico y la atmósfera industrial que otorgan esas notas de órgano que Vitalic comenzó a utilizar y explorar con maestría hace ya unos años y que artistas de dudosos escrúpulos como Justice se han encargado de copiar sin piedad para repetir una fórmula de éxito garantizado. Chicken Lady y sobretodo la archiconocida La Rock desataron la habitual locura en el foso, arropadas por los imponentes visuales diseñados para cada compás de la actuación. Flashmob tema con el mismo título del nuevo disco y Your Disco Song enlazarían con el desmadre colectivo que supondría la llegada de otro hit marca de la casa como My Friend Dario que pondría casi punto y final a la bacanal greco-romana desatada por los sintetizadores y computadoras controladas desde lo alto del escenario por Pascal. Sin embargo, la felicidad siempre es breve en la casa del pobre y personalmente se echaron de menos grandes temas como Poney, Pt. 1 o las más hipnóticas y sosegadas Trahison o U and I todas ellas pertenecientes al superior Ok Cowboy y que seguramente fueron sacrificadas en favor de un show mucho menos elegante y que primó la sobredosis de bpm´s en detrimento de la progresión y la sensibilidad. Una lástima, ya que Vitalic posee un repertorio lo suficientemente amplio, como para poder construir una sesión mejor estructurada y que potencie desarrollos más elaborados y atmosféricos en lugar de tener que ir desde el principio con el pie pisando a fondo el acelerador. Pese a ello, mereció la pena aunque sólo fuese para recordar aquello de que tiempos pasados fueron mejores.
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